Un día de redención. (( Privado con Suzaku ))

Aquel día no había sido un muy buen día, estaba un tanto cansado y con un cargo de conciencia, el cual lo perturbaba, había casi matado a un pollo, aquello era imperdonable, así que para expiar aquel pecado fue a la iglesia de aquella ciudad, se sentía fatal y no sabia que hacer para redemiarlo. Estaba bagando por las calles con la mirada gacha, muy deprimido, hasta que llegó a una banca en la cual sentó para ver si se podia despejar un rato, cosa que no resultó y se puso en marcha nuevamente, esta vez posándose frente a aquel elegante y espacioso edificio de blancas paredes, al parecer lo habían repintado hace poco y el olor a pintura aun era notorio, tenia un tanto de miedo al entrar a aquella iglesia y sentía que su pecho apretaba y su corazón iba a salirse. Miró dentro de la iglesia y vió que no habia nadie, si entraba iba a estar absolutamente solo y eso era un tanto penoso, tomando aire y valor se dirigió hacia uno de los asientos y se sentó en este, no sabia que hacer o que decir, la ultima vez que habia entrado a una de esta era cuendo vió a su hermana menor bautisarse y despues de ello, nunca más.

- OH!, maldición, esto es muy complicado da-ze..!-

Decía en vos alta, si aquel día no hubiera pasado por un jardín ajeno casi no hubiera pisado a una manada de pollos en crecimiento. Algunas lagrimas se asomaron en su rostro y se abrazó a si mismo, no lo quería hacer y lo peor de todo era, que se había enamorado de unos de los pollos y no había resistido la tentación de llevárselo, lo sacó de su bolso, el cual había acondicionado para aquel animal y le miró, al parecer el animalito quería salir y así lo hizo. Se posó en su cabeza, pasando a llevar el rulo que produjo que un pequeño gemido se le escapara y luego se acomodó para dormir, un suspiro se le escapó al coreano y sonrió más feliz que nunca, pero aun no se perdonaba haber casi matado a aquellos hermosos animalitos.

Aquella tarde se encontraba vagando por aquella ciudad tan peligrosa, pero llena de oportunidades. No la conocía muy bien aún, y hoy tenía día libre en la escuela y el trabajo. Sonrió ante la idea de no tener que hacer nada en ese día, aunque... No le gustaba hacer nada. Él era más de moverse, de hacer deporte, de hablar con gente, de pasar tiempo con sus amigos, etc.
Siguió caminando tranquilamente, pasó al frene de una Iglesia. Le llamó la atención ya que no se había imaginado que en aquella ciudad hubieran creyentes.
Miró a sus alrrededores. No había nadie.

Él no era muy creyente que digamos. Siempre se había dedicado a los estudios y a las cosas que amaba.

Caminó hacia la entrada y entró. Olía a pintura. Seguramente la habían pintado hace poco. Caminó hasta el altar. Se había fijado en un chico, con un extraño rulo que tenía...¿Cara?. Siguió caminando hacia el altar y se arrodilló, comenzó a hacer peticiones en su mente.

Estaba orando por redimir sus pecados, cerrando los ojos, inhalando aquel olor a canela que había en al ambiente, sintiendo como aquel amor suyo, el pajarito, dormido en su cabeza. No sintió cuando el otro individuo entró, ya que estaba verdadera mente concentrado en sus peticiones y agrade cimientos.
Su rulioto se movía de un lado al otro, un tanto aburrido, sonreía de una forma un tanto maliciosa cuando veía al pollo, en cierta forma estaba celoso y mucho..
El coreano ya después de persignarse miró el altar y vio al otro, un pequeño sonrojo invadió su rostro, "hermoso", eso pensaba y un nerviosismo empezó a aflorar.

—Hola da-ze....-

Le dijo un tanto sonriente pero a la vez tímido

Siguía orando, haciendo peticiones y dándole gracias a Dios por todo lo que había conseguido.
Sonrió y al terminar, se persignó.

-En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo... Amén.- Terminó.

Siguió unos minutos más en el altar, con los ojos cerrados. Estaba tan concentrado en sus pensamientos, que hasta olvidó a cierto chico de rasgos asiáticos con un extraño rulito con cara, que al parecer, tenía vida propia.
Suspiró y se levantó de allí, con una radiante sonrisa. Se sentía bien liberarse del estrés al lado de Kami-sama (?).

Miró hacia atrás y se dio cuenta de que aquel chico con el rulito extraño estaba atrás suyo y le estaba saludando. Le sonrió sinceramente e hizo una reverencia.

-Konnichiwa, señor del rulo extraño-san (?)- Seguía con la reverencia.

Sonreía tiernamente con el pollo en la cabeza y su rulo moviendose de un lado para el otro, escuchó lo que el otro le dijo y una pequeña risita se le escapó, ¿Había escuchado bien?, por que su rulito no era extraño, ya que había sido creado en Corea y lo que es creado allí no es extraño. Se le acercó y le pokeo la mejilla mirándole a los ojos, no sabia que decirle, ya que se habia creado en blanco con lo del rulo.

— Mi rulo no es extraño da-ze...Es muy normal da-ze....—

Dijo sonriendo le y sin dejar de pokeare la mejilla, el otro le había caído bien, así que había decidido ser amigo del otro(?) y trabajar en aquella amistad duradera.

— ¿Quieres ser mi amigo daze? —

Le preguntó sin dejar de mirarle y pokearle la mejilla, estaba un poquito aburrido y sintió como su pollo se despertaba y volaba hasta la mejilla del otro y la empezaba a picar un tanto celoso(?).

Le sonrió al chico y al ver que comenzó a pokearle, se sonrojó levemente y lo apartó cómo si fuera la peor cosa que pudiera haber hecho en su vida (?).
En el lugar dónde había sido criado, una de las pocas cosas que aprendió fue que era una falta de respeto y también era algo así cómo una petición para hacer cosas "indebidas".
Sentía que si abría la boca, iba a tartamudear, pero.. Él era japonés, uno fuerte de corazón, alma y cuerpo así que podía soportar aquello.

- E-etto.. Señor del rulito-san, no haga eso, onegai..- Dijo con una sonrisa un tanto nerviosa. Escuchó lo que dijo el otro y rió levemente.
- Ah.. Gomenasai, señor del rulito-san. -. Recordó que era una falta de respeto no presentarse a una persona, aunque fuera tu enemigo.

Hizo una reverencia.
- Me presento, mi nombre es Kururugi Suzaku. - Se presentó, esperando a que él se presentara también.

Luego de presentarse, escuchó lo de ser amigos. Dejó la reverencia de inmediato y se sonrojó. Hace mucho tiempo que alguien le había pedido eso. Sonrió sinceramente y asintió - Sería un gusto ser su amigo, señor del rulito-san -

La verdad es que no sabia que pepino tenían con su rulo, ya que no era extraño, si no que especial y a parte era de su propia creación, no le hizo caso y le siguió pokiando las mejillas, eran suaves y eso le agradaba. Escuchó muy bien lo que el otro le dijo y se alegró en en gran cantidad, se le abrazó fuertemente del cuello y empezó a saltar con el otro.-

- Gracias, de verdad me alegra que quieras ser mi amigo, no te miento, eres uno de los pocos amigos que tengo...!!!da-ze...!!-

Dijo sin soltarle y mirándole a los ojos, para luego hacerle una reverencia.

- Mi nombre es Im Yong Soo, un gusto da-ze -

Dijo para luego alejarse unos pasos y mirarle de pies a cabeza, se veia muy güapo, eso significaba que habia sido originado en su pais natal, Corea... Dió un gran suspiro y le miró.

- ¿Quieres ir a pasear al parque da-ze?....-

Tomó su bolso y pollo y le tomó del brazo.

Reía levemente por las acciones del otro, más no protestaba.
Sintió que el otro estaba demasiado cerca para su gusto. Se puso nervioso y un leve sonrojo apareció en su rostro.
- Etto.. Watashi wa urashii ne~.. Anata no yuujin ni yorokonde~ Yong Soo-san. (Estoy feliz~.. Me alegra ser su amigo~ ) - Dijo feliz.

Escuchó la propuesta y lo pensó un poco. Asintió sonriendo para luego inclinarse un poco.
- Hai. Sería un placer, Yong Soo-san~...
Ne~ ¡Keizoku!~ (En marcha)-